A
los guapos se les ve juntos en la bancada, riendo al líder, batiendo
palmas, abucheando al contrario, muy toreros, o desbocados, como de
parranda. Ellos organizan corrillos y pasillos, montan cuadrillas,
ofrecen hostias, pasan consignas, rodean a su líder, le hacen la ola
y dan ejemplo estético de gallardía pepera.
Alonso
es hoy el referente, el niño bonito de Soraya. Él es el más
planchado del Congreso, que va siempre hecho un pincel con su traje
de enterrador. Alfonso es el Guapo Terrible que recita a Cicerón de
memoria. Diríase que masca cebollas y a su paso suena un fondo
sonoro de Morricone. Es el líder de la banda y, hay que reconocerlo,
nadie lleva el traje planchado como él.