Para
hacer carrera en la Administración española Villar contaba con dos
reconocidos talentos, dos condiciones cruciales que lo hacían
indispensable a Mariano; la primera era que F. Villar era de la
pandilla de Rajoy de Pontevedra, de su clan más íntimo. Gracias a
eso mereció ser secretario de Estado de lo que se terciase, y cuando
vinieron mal dadas, es decir, cuando el PP sufrió la infamia del
11-M, perdieron las elecciones, y lo que fue peor, el Gobierno, pues
mereció un acta de diputado como desagravio; el segundo talento de
Villar era su afición por los deportes, en concreto por el pádel y
el ciclismo, un mérito singular por el que el Gobierno de España
que presidía José María Aznar, gran aficionado al pádel, y
vicepresidía Mariano Rajoy, gran aficionado al ciclismo, lo honró
con la Real Orden al Mérito Deportivo en 2002, la más alta
distinción que se otorga al deporte en España.
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