Rajoy
se presentó el día treinta y uno en
la fortaleza medieval de Soutomaior con el PP gallego a sus pies.
Dijo que estaba allí para sacar adelante la economía y que nada ni
nadie lo iba a distraer. Tras pasar sus vacaciones en semisoledad, un
Presunto purificado regresaba de los infiernos de Bárcenas con una
misión, dirigir la economía española de vuelta a la recuperación.
Este era el destino manifiesto de Mariano, que ya no atendía a nada
más. Rajoy se había polarizado y solo vibraba en la dimensión
macroeconómica. Mariano Rajoy ya solo atendía a la prima de riesgo,
a la balanza de pagos, a la tasa de PIB. Mariano era ahora
Macromariano.
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